sábado, 26 de septiembre de 2009

Testimonio de arena vanaltecida

Besé al mar enardecido
con recuerdos de vagos trazos
y colores delirantes.

Me arrastró hasta el abismo
revolcándome entre olas;
el sabor apaciguó la locura.

Eterno presente bajo su sombra;
tentaciones de una cueva.
Luz de una Lesbos demente.

No poseo sol, y la luna me huye.
Posáronse sobre mí nubes de solemnidad
cuyas gotas cayeron cual golpe de bastón robusto

Cobijé cada sueño:
cuadro de una realidad
que pinté mientras moría.

No hay comentarios: