sábado, 26 de septiembre de 2009

Testimonio de arena vanaltecida

Besé al mar enardecido
con recuerdos de vagos trazos
y colores delirantes.

Me arrastró hasta el abismo
revolcándome entre olas;
el sabor apaciguó la locura.

Eterno presente bajo su sombra;
tentaciones de una cueva.
Luz de una Lesbos demente.

No poseo sol, y la luna me huye.
Posáronse sobre mí nubes de solemnidad
cuyas gotas cayeron cual golpe de bastón robusto

Cobijé cada sueño:
cuadro de una realidad
que pinté mientras moría.

De sombras y otras rarezas

Abismal presencia pálida...
Maldito delirio apocalíptico.
Me sigue, la sigo ¡o nos seguimos!
Oh, alucinación inmortal. Cuán agotadora...

¿Debería temerle? Tal vez sólo acariciarla
Hacerla mía y no yo suya...
¿Debería huir? Tal vez acercarla
hasta sentirla latiendo...

¿si la acerco y la acaricio
me amará tanto que me dejará libre?
pero si huyo, ¿me perseguirá?
¿Se cansará o seguirá sin pausa alguna?

Adicción mía, suya, de ambas
Al oírme se eriza, al oírla tiemblo..
¿Acaso puedes verlas bailar por ti?
Me quedaré tan cerca que no podrás sentirme, amor.

Luna envolvente...
Alucinación acogedora y asfixiante.
Muéstrame la luz que cega,
y baña mi pecho de acido anhelo .

¡Vana alucinación, vil ilusión!
Sombra bajo la cual yace mi alma
pletórica de emociones beligerantes y sutiles.

¡Sombra, ambrosía!
Que al roce quema y al oído muerte suspira...
Fiel locura que me postra a sus pies cada nuevo crepúsculo
consumiéndome en delirios de grandeza.

Luna en decadencia

Era una tarde otoñal.
Conté hojas y esperanzas.
Mi cabello bailó;
Fui feliz, mas no libre.

Cayó la noche como diluvio
enalteciéndose en cada gota,
menguando a la luna.
La vi, amorfa. Fría como la muerte misma.

Acercóseme sigilosa
bailando como nunca.
Sin palabras me rogó,
sin sosiego la seguí.

Ahora como cualquier iluso
voy respondiendo al viento
acertijos sobre aquella historia
de un futuro nubiloso…